viernes, 25 de mayo de 2012
Edipo rey de Tebas, hijo de Layo y Yocasta, rey y reina de Tebas
respectivamente. Un oráculo advirtió a Layo que sería asesinado por su
propio hijo. Decidido a rehuir su destino, ató los pies de su hijo
recién nacido y lo abandonó para que muriera en una montaña solitaria.
Su hijo fue recogido por un pastor y entregado al rey de Corinto, quien
le dio el nombre de Edipo (pie hinchado) y lo adoptó como su propio
hijo. El niño no sabía que era adoptado y, cuando un oráculo proclamó
que mataría a su padre, abandonó Corinto. Durante su travesía, encontró y
mató a Layo, creyendo que el rey y sus acompañantes eran una banda de
ladrones y así, inesperadamente, se cumplió la profecía. Solo y sin
hogar, Edipo llegó a Tebas, acosado por un monstruo espantoso, la
Esfinge, que andaba por los caminos que iban a la ciudad, matando y
devorando a todos los viajeros que no sabían responder al enigma que les
planteaba. Cuando Edipo resolvió acertadamente el enigma, la esfinge se
suicidó. Creyendo que el rey Layo había muerto en manos de asaltantes
desconocidos, y agradecidos al viajero por librarlos del monstruo, los
tebanos lo recompensaron haciéndolo su rey y dándole a la reina Yocasta
por esposa. Durante muchos años la pareja vivió feliz, sin saber que
ellos eran en realidad madre e hijo. Pronto Edipo descubrió que
involuntariamente había matado a su padre. Atribulada por su vida
incestuosa, Yocasta se suicidó y, cuando Edipo se dio cuenta de que ella
se había matado, se quitó los ojos y abandonó el trono. Vivió en Tebas
varios años pero acabó desterrado.
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